Pasamos a ofrecer un amplio resumen de la conferencia realizada el 20 de julio de 2018 en en el convento de la de Victoria de Vera (Almería), por la arqueóloga Dª Montserrat Menasanch de Tobaruela.
De entrada, incluimos la presentación del presidente de la Asociación Amigos de El Argar, Julian Pérez Flores:
Viernes, 20 de julio de 2018
Me complace presentarles a: Dª Montserrat Menasanch de Tobaruela, ponente de la historia de Vera.
Licenciada en Historia por la Universidad Autónoma de Madrid y máster en Prehistoria por la Universidad Autónoma de Barcelona. Ha sido presidenta de Área, Sociedad Cooperativa Arqueológica y colaboradora de la Soprintendenza Archeologica di Ostia y la Soprintendeza Archeologica di Roma, en Italia. Ha codirigido las excavaciones e Cerro de Montroy y diversas campañas de prospección arqueológica en la depresión de Vera, y ha participado en los proyectos de análisis socio-natural Archaeomedes y Aguas, dirigidos por la Universidad Autónoma de Barcelona y financiados por la Unión Europea, así como en proyectos expositivos y de museolización en yacimientos y museos de Almería, Murcia, Mallorca y Barcelona.
Su investigación se ha centrado en el estudio del poblamiento tardoantiguo y altomedieval en el sudeste peninsular. Es autora del libro “Secuencias de cambio social en una región mediterránea: Análisis arqueológico de la depresión de Vera entre los siglos V y XI”. Actualmente colabora con la Universidad Autónoma de Barcelona. El título de la conferencia de hoy es:
“El desierto reverdecerá: Vera y su tierra entre el imperio romano y el califato de Córdoba”
La arqueología trata de restituir saberes dormidos o celosamente guardados en la memoria, y es la única ciencia que nos sirve para estudiar la naturaleza y el desarrollo de los grupos sociales que han desaparecido sin dejar rastro. La arqueología investiga las sociedades a través de sus restos materiales, ya sean casas, huesos, herramientas o desperdicios.
Aspira a explicar cómo los grupos humanos organizaron sus vidas pese que nuestra memoria no quede ni el más mínimo recuerdo de ellos. La posibilidad de resucitarlos a una nueva vida social, de descubrir todo aquello que nos une y el abismo que nos separa. Pretende contribuir a fomentar el interés y la pasión por la arqueología y por el conocimiento del pasado, en definitiva, son nuestros orígenes en estas tierras a la que tanto estimamos. Para ello es necesario que los restos “hablen” y para conseguirlo solo hace falta que el público los interrogue.
La historia de las sociedades es también la historia de su entorno, ya que este es producto de la interacción entre los seres humanos y el medio ambiente. Las condiciones naturales, las estrategias de producción y la gestión de los recursos se entrecruzan y determinan la sostenibilidad de los sistemas socio-naturales.
En entornos extremos, como el de la depresión de Vera, la opción por determinadas estrategias y formas de gestión es aún más decisiva. Esto explica que, desde los inicios de su poblamiento, la zona haya pasado por varias fases de agotamiento. Sin embargo, también ha habido otras de regeneración. Los estudios arqueológicos y medioambientales han mostrado que los periodos Tardo- antiguo y Andalusí fueron dos de ellas. A partir del siglo IX, Vera ocupó un lugar destacado en este renacimiento como capital regional.
El objeto de estas jornadas es dar a conocer la importancia de nuestros yacimientos de la Cuenca de Vera, la puesta en valor de los mismos y su difusión.
En Villaricos (Baria) las excavaciones de la necrópolis la iniciaron Luis Siret y Pedro Flores, comenzó el 10 de enero de 1890 y la última fecha que da Pedro Flores en sus diarios de campo fue el 12 de junio de 1914. El total de sepulturas excavadas es de 1842 unds., con un total de 9460 piezas, aunque solo se han localizado 5781 (de ellos 370 son restos óseos). En torno al 90% del material existente se localiza en el MAN. El resto en Museos de Almería y Barcelona. Pedro Flores recogió en 51 cuadernos de campo lo que excavó, los cuadernos se encuentran en el MAN.
Cerro Montroy acogió una parte de la población antigua de la ciudad romana de Baria su ocupación tardo antigua que se prolongó de la primera mitad del siglo V a la segunda mitad del siglo VII o el siglo VIII, a final de este siglo albergo una ocupación muy reducida que no tuvo continuidad en fases posteriores. Las excavaciones antiguas y modernas descubrieron una muralla con torre rectangular en el punto más alto y una serie de estructuras arquitectónicas. Se encontró abundante material cerámico de importancia y ánforas norteafricanas y del mediterráneo oriental, es otro rasgo que distingue Cerro Montroy de otros asentamientos menores.
H.Shubart suele decir, que costas y fronteras nunca son barreras impermeables, sino que en todos los tiempos se han realizado a través de ellas intercambios que unen a los pueblos y contribuyen a la configuración de sus culturas: y si ustedes participan conmigo del entendimiento que ese fenómeno sigue siendo en nuestros días un factor positivo me sentiré plenamente satisfecho.
Agradecemos una vez más, la presencia de la doctora-arqueóloga Montserrat Menasanch, gran conocedora de nuestro territorio de la Cuenca de Vera.
Podría extenderme durante un buen tiempo explicándoles excelencias de su trayectoria profesional entre los que se encuentran libros, artículos y publicaciones, así como ponencias presentadas a Congresos nacionales e internaciones, pero prefiero cederle este tiempo a la Dra. Montserrat Menasanch para que nos transmita su conocimiento y experiencia en la arqueología.
Por último, me gustaría desde mi posición de Presidente de la Asociación Amigos de El Argar (AAA), decirles que aunque a veces la labor que me ocupa desde hace años de manera altruista y desde el corazón por la herencia genealógica que me une a esta tierra, es conseguir que el rico patrimonio arqueológico del que es depositaria, sea reconocido y tratado con el respeto que se merece.


El alcalde de Vera, Félix Mariano López y la concejala de Cultura, Isabel de Haro, regalaron a Montserrat Menasanch una jarra de cinco picos, característica de la alfarería de Vera. Junto a ellos, el presidente de la Asociación Amigos de El Argar, Julian Pérez Flores, arquitecto e ingeniero descendiente de Pedro Flores, ayudante de campo de Luis Siret.
Pasamos ahora a ofrecer una resumen de lo comentado durante la conferencia, para todos aquellos que no tuvieron la oportunidad de asistir a ella:
La depresión de Vera es una cuenca tectónica de 320 Km2 situada al noreste de la provincia de Almería. Se trata de una de las regiones más áridas de Europa, con unas precipitaciones que apenas alcanzan los 200 mm anuales y temperaturas medias de entre 16 y 23 grados centígrados. Aparte de alguna frecuentación esporádica en el Paleolítico superior, los primeros grupos humanos que se establecieron en ella fueron pequeñas comunidades neolíticas agricultoras y ganaderas. De eso hace unos 8.000 años. Desde entonces, sus tierras han estado pobladas ininterrumpidamente hasta la actualidad. Mujeres y hombres talaron sus bosques, roturaron sus campos, pescaron en sus aguas y explotaron sus minas. Extinguieron especies e introdujeron otras nuevas. Construyeron poblados y los abandonaron. Abrieron caminos y comerciaron. Todo ello dejó su huella en el territorio, unas veces agotándolo, otras regenerándolo.
La época romana marcó un punto álgido en la historia del poblamiento de la zona. El municipio de Baria, en la actual Villaricos (Cuevas del Almanzora), dedicado a la producción de salazones de pescado para la exportación, era la capital de la región, sede de las instituciones políticas, económicas e ideológicas del Imperio. Fuera de la ciudad, unos cuantos latifundios ‒las famosas villas romanas‒ acaparaban las mejores tierras agrícolas y concentraban alrededor de dos tercios de la población. Sus propietarios poseían lujosas residencias adornadas con estucos, mosaicos y mármoles, y en sus campos cultivaban grandes extensiones de cebada en secano. La población de la depresión nunca había sido tan numerosa, ni volvería a serlo hasta la repoblación del siglo XVIII. La expansión de los territorios agrarios y la presión sobre el entorno se llevó al límite de su capacidad.
Con el desmantelamiento del Imperio romano y el aumento de la aridez reflejado en los modelos climáticos, a principios del siglo V comenzó la «revolución» tardoantigua. Sin instituciones que defendiesen la propiedad, la población se dispersó, y decenas de pequeñas granjas se instalaron en los antiguos dominios de las villas en busca de tierras en las que poder aprovechar el agua de los ríos. Las extensiones de cebada se sustituyeron en buena parte por pequeños campos de trigo. La ciudad se despobló, y en vez de una capital, en el territorio surgieron dos nuevos centros demográficos y económicos: Cerro de Montroy (Villaricos) y Cabezo María (Antas). La ventajas del nuevo sistema fueron una mejor distribución de la riqueza y una menor presión sobre el entorno. Su principal inconveniente residía en la dependencia de sus propios recursos y, en particular, del agua. Por eso, la crisis ecológica de los siglos VII y VIII tuvo efectos devastadores que acabaron con el desplome de la población y el abandono de más del 75% de los asentamientos.
Sin embargo, en el siglo IX, con la llegada de nueva población, la presencia del Estado emiral representada por la fundación de una nueva capital en Bayra (Vera) y la construcción de una mezquita, la reorganización territorial, el impulso a la minería y la metalurgia del hierro, la introducción de nuevos cultivos y la expansión del regadío, la población de la depresión de Vera volvió a aumentar tras cuatro siglos de descenso. A pesar de todas las vicisitudes políticas, el sistema demostró su eficacia y sostenibilidad, y a lo largo de los siglos X y XI creció y se expandió con la creación de asentamientos como la alquería de Gatas o la fortaleza de Cerro del Inox (Turre).
La extraordinaria importancia del patrimonio arqueológico de la depresión de Vera (por poner solo un ejemplo, en ella se encuentra el yacimiento de El Argar, que da nombre al primer Estado de Europa occidental) ha atraído a numerosos investigadores. A finales del siglo XIX y principios del XX, Luis Siret y Pedro Flores fueron pioneros en la investigación. En las décadas de 1980 y 1990 se llevaron a cabo numerosos proyectos arqueológicos y paleoecológicos, que siguen formando la base de nuestro conocimiento actual. Desde entonces no se han generado nuevos conocimientos. Por el contrario, en los últimos años su riqueza patrimonial no solo parece olvidada, sino que está siendo objeto de una destrucción a gran escala ante la pasividad de las instituciones. De todas y todos depende proteger nuestra herencia común o permitir que el desierto cultural siga avanzando.




Diversos momentos de la conferencia.
Finalmente, añadimos el enlace a una noticia publicada en noticiasdealmeri.com, par quien quiera ampliar la noticia:
https://www.noticiasdealmeria.com/el-desierto-reverdecera:-vera-y-su-tierra-entre-el-imperio-romano-y-el-califato-de-cordoba
